La Negra Federal
Cosquín Rock 2020. Sábado 8 de febrero. Día 1 – El zapping del rock
Si veinte años no es nada, como dice el tango, para el Cosquín Rock sí lo fue. Desde el germen del festival en la histórica Plaza Próspero Molina, la mudanza en 2005 a la Comuna San Roque, hasta finalmente recaer en el aeródromo de Santa María de Punilla donde encontraron “el lugar en el mundo”, según José Palazzo, creador de la bestia. En estas dos décadas no sólo el evento cambió de lugar físico, creció en escenarios, en diversidad de artistas y lo más importante, se aggiornó a los tiempos que corren.
Luego de la polémica en la edición pasada sobre el cupo femenino, finalmente fue ley y se pudo disfrutar de un 30% de mujeres en los diferentes escenarios del festival. Así fue que Pink Wasted dio el puntapié inicial en el Escenario Norte. A más de quince cuadras, en la otra punta del predio, también lo hacía Fly Fly Caroline con su pop suave y ameno.
Sobre el escenario Cordoba X se presentaron los ganadores de los diferentes Pre-Cosquín (Questo Quelotro de La Pampa, Sopló El Fantasma de Villa María, Felina de Río Cuarto, Un par de locos de Cruz del Eje y Rhemo de Córdoba) y otras bandas emergentes como Escalópez (que arrebató con agite y conciencia social desde sus cortas edades) y Mariano Martínez (de Attaque 77) con su banda Animales en Cautiverio.
Desde el Escenario Norte, Joystick presentó su segundo disco “Licores furiosos” con fuerte presencia escénica y estribillos pegadizos. A continuación, la inoxidable Hilda Lizarazu dio cátedra pese a lo temprano de la tarde. A esa altura, las banderas comenzaron a flamear y las gargantas empezaban a calentar con La que Faltaba. Micky Rodríguez y los suyos desempolvaron como siempre alguno de los clásicos pertenecientes a Los Piojos.
Otro hallazgo que se viene repitiendo en las últimas ediciones es “La Casita del Blues”, escenario que impone un aire intimista entre la inmensidad de las montañas. Hombres Bien, Chana, Blues Motel, Déborah Dixon & Patán Vidal, fueron algunas de las propuesta más que interesantes del recinto dedicado a la música negra y sus derivados (también pasó el escritor Hernán Casciari junto al cantante Cucuza Castiello).
Todos saben que Cosquín Rock ya es una marca internacional. El festival se exporta a diferentes países de Latinoamérica e incluso a Estados Unidos y España. Por eso no es raro encontrarnos con una grilla donde figuren artistas de otras latitudes. En esta ocasión los elegidos fueron Kchiporros de Paraguay (que tuvieron a Randy Ebright de Molotov como invitado), Mon Laferte de Chile (con la bandera de Cannabis Medicinal como estandarte), Molotov (que tuvo su propia carpa donde desplegaron su show “El Desconecte”), entre otros.
Las voces femeninas siguieron sonando en el transcurso de la primera jornada con Julieta Rada, Rosario Ortega, Siva y Sara Hebe, entre otras.
La distorsión y los riffs llegaban desde el escenario principal, donde Airbag homenajeó a Jimi Hendrix con “Little Wing”, sumado a sus esperadas canciones e incluyendo una versión de nuestro Himno Nacional a pura guitarra para el delirio de sus fans.
Uno de los números esperados por muchos fue 2 Minutos (escenario Córdoba X) que le pusieron el punk a la tarde, un género prácticamente ausente en la grilla pero con un nutrido grupo de fieles que veneraron a Mosca, frontman que desplegó todo su carisma. Con un set plagados de hits, más de un cuarentón rememoró sus días de adolescencia y descontrol.
Desde el Escenario Sur Bandalos Chinos, y el dúo integrado por Ca7riel y Paco Amoroso, demostraron que no paran de crecer, desmarcándose de los géneros en los que se los identifica..
Después de la festejada actuación de Las Pastillas del Abuelo, llegó quizá la banda más esperada del primer día. Divididos volvió al Cosquín Rock luego de 15 años de ausencia. Una vez más demostró que sigue siendo la aplanadora del rock y que el tiempo parece no afectarlos. Nuevas generaciones los vieron por primera vez y muchos nostalgiosos se emocionaron con Crua Chan y Nextweek en homenaje a Sumo.
Un accidente doméstico imposibilitó la presencia física de Charly Garcia, pero no que su aura y sus canciones fueran parte del show. Así se armó El Aguante and the Prostitution. La banda de García, acompañada de diferentes artistas y amigos del maestro. Así pasaron Nito Mestre (Instituciones y El día que apagaron la luz), Fernando Ruiz Díaz de Vanthra (Cerca de la revolución), Goyo e Iñaki de Bandalos Chinos (Asesíname), Louta (Me siento mucho mejor), Nathy Peluso (Promesas sobre el bidet), Celeste Carballo (Rezo por vos), Hilda Lizarazu y Patricio Sardelli de Airbag (Fanky), Andrés Ciro Martínez (Demoliendo hoteles), Los Auténticos Decadentes (No voy en tren) y León Gieco (con su tributo Los Salieris de Charly y su El Fantasma de Canterville con Sandra Vázquez en la armónica). El gran cierre, todos juntos, fue con Inconsciente Colectivo.
Emmanuel Horvilleur convirtió el Escenario Urbano en una verdadera fiesta apoyándose en canciones de sus dos últimas producciones. El Mató a un Policía Motorizado no tuvo nada que envidiarle a Skay y Los Fakires en cuanto a la convocatoria de público. En ambos extremos del predio cada artista con su estilo complació en demasía a los suyos. Dante le metió flow e incluyó el repertorio de IKV junto a Julieta Rada para hacer una excelente versión de Jaguar House.
Mientras preparan nuevo disco, Guasones deleitó una vez más con su catarata de hits a las más de 55 mil almas presentes. La trasnoche se repartió entre dos potentes shows: Louta y la siempre efectiva fiesta de Los Auténticos Decadentes.
Durante la jornada, la electrónica y sus derivados tuvieron sede en el escenario Cosquín Rock BNP Stage. Entre muchas propuestas gastronómicas y juegos, el Hangar fue el centro de la Muestra de los 20 años del Festival.
Veinte años después, el Cosquín Rock sigue siendo esa jungla musical donde cada uno elige que ver según sus preferencias, una caja de resonancia donde muchos ya conocen a los clásicos y otros descubren los nuevos talentos.
txt: Javier Arbuatti – fotos: Sebastián Ballieri