La Negra Federal
Fito Paez cierra la trilogía con su nuevo álbum “The Golden Light”
Fito Paez cierra la trilogía “Los años salvajes” con este nuevo álbum titulado “The Golden light”, donde, solo con su piano, nos trae sus nuevas composiciones, en un plan intimista y con esas pinceladas que brotan de su inagotable inspiración.
A fines de mayo se publicará en formato físico.
Es un disco de nueve tracks, de los cuales tres son instrumentales (“El mar de Gerardo”, “Cervecería Gorostarzu” y “The Golden Light”). Sorprende Fito con un tema cantado a capella y en inglés (“The moon over Manhattan”). Se lucen las voces femeninas de Abril Olivera (“Enciende el amor”) y de Etta Craft (“Diosa del sol”).
También incluye el tema que estrenó el Teatro Colón dedicado a su maestro y colega Charly García (“Sus auriculares”).
Un álbum intimista y reflexivo, de un músico que siempre arriesga con su arte.
Fito habla de su nuevo trabajo:
“Durante la pandemia me senté al piano un montón de veces. Las mieles del oficio. La idea era poner el teléfono cerca y filmar una improvisación. Sin planes previos. De esas grabaciones caseras, que denominé “Quarentine sessions”, surgieron algunas de las ideas que confluyeron en “The golden light”. En el medio del torbellino de la grabación de “Los años salvajes” y “Futurología Arlt”, que fueron compuestos y arreglados casi en paralelo, fue surgiendo suave pero firme un sentimiento que terminó resultando inapelable. Estaba faltando algo. Un álbum más reposado, no por ello menos intenso, que terminaría dándome la sensación de completitud de una obra grande. “The golden light” fue colándose silencioso entre las grietas de los sueños y las deshoras que se producen en medio de tanta acción. Decidido a darle cuerpo, exhausto pero seguro, avancé contra los inconvenientes logísticos de la odisea. Después de algunos llamados telefónicos y no pocos problemas financieros logré sentarme en un Steinway baby en la sala más pequeña de los estudios 50/20 en la ciudad de Miami. Durante cinco inolvidables jornadas junto a Alan Saucedo, gran ingeniero de grabación mexicano, las canciones y las piezas instrumentales surgieron como flores. Armé estructuras, mejoré el toque, escribí, reescribí y canté. Volví a Buenos Aires después de los dos meses en los Estados Unidos, entre Los Angeles y Miami, pleno de entusiasmo por gran parte de la trilogía registrada. Aún faltaba darle vueltas al asunto. Mi amigo y productor Diego Olivero me acompañó en varias sesiones en Spector Studio. Canté muchas canciones nuevas. Allí grabamos la voz de terciopelo de Abril Olivera en “Enciende el amor”. Juan Absatz hizo lo mismo en su estudio con Etta Craft, extraordinaria cantante, en “Diosa del sol”. Solo faltaba la mano maestra de Gustavo Borner en las mezclas. Seis músicas, algunas con letras, otras instrumentales, quedaron en el camino. El barco estaba listo para zarpar. Estas nueve piezas terminaron resultando el poema final de esta trilogía. Un hombre en una habitación con un piano recordando escenas, atravesado por el bucólico sentimiento de una nostalgia que salía a volar por el tiempo y el espacio junto a una india peruana amante de Joyce, los budas de Nepal, fan de “Tattoo You”, bailarina, melancólica angelina que derramó lágrimas ante los templos destruidos por los misiles en Bagdad, que finalmente recorre el mundo en un sueño y amanece en las calles de su Lima natal, entre el puente y la alameda de Chabuca Granda. Así como ella, soñé que viajaba a los tiempos de mi infancia y evocaba los espacios y los cuerpos amados. Gerardo Gandini, claro inspirador de esta obra, (“vos tocá y no pienses”) me dictó la primera pieza, totalmente improvisada y me permitió nadar en sus aguas profundas. Finalmente, esos son los huesos y la sangre del hombre que había recorrido tantos años salvajes y volvía de las altas cumbres sinfónicas a la playa calma de juncos junto al río Paraná en una improbable y larga noche transfigurada de luz dorada.”